martes, 5 de mayo de 2009

La influencia de la influenza (II)

El 30 de marzo de este año fue internado en el Hospital General de Ottawa un abogado que acababa de regresar a Canadá procedente de México, aquejado de una afección de la parte alta de las vías respiratorias, semejante a la influenza, pero que los médicos encargados del caso no pudieron clasificar como tal.
Allá por el seis de abril una entidad norteamericana, Veratect, dedicada a la vigilancia de riesgos en general para el ser humano, reportó que en algún lugar de México había habido un brote de afecciones respiratorias y muchos otros informes sobre enfermos aquejados de una dolencia semejante a la influenza. Algunos periódicos mexicanos habían publicado desde febrero la noticia del brote de una extraña afección respiratoria en el poblado de La Gloria, en la vecindad de las Granjas Carroll, propiedad de la empresa norteamericana Smithfield Foods. Los habitantes de La Gloria habían denunciado, sin ser atendidos, lo que llamaron prácticas malsanas del criadero de cerdos, como lagunas de oxidación de aguas fétidas al aire libre. Y de pronto los acontecimientos se precipitaron. El 12 de abril la Dirección de Epidemiología de México comunicó a la Organización Panamericana de la Salud la detección del brote en varias partes del país. El 17 de abril un nuevo caso de enfermedad respiratoria atípica en Oaxaca, sumado a otros más detectados en muy poco tiempo en México, Distrito Federal, hicieron que se pusieran en estado de alerta el sistema de vigilancia epidemiológica, los hospitales y centros de salud. El 23 de abril se confirmó por análisis de laboratorio que los casos de enfermedad respiratoria atípica en realidad eran de influenza A (H1N1) de origen porcino. Ahondando en el análisis se precisó que a los pacientes los había infectado el mismo virus que a dos niños de California, EUA. El 18 de abril personal móvil de la Dirección de vigilancia epidemiológica visitó 21 hospitales de varias partes del país tan sólo para comprobar que la incidencia de la enfermedad iba en aumento.
Para el 30 de abril estaban confirmados por análisis de laboratorio 97 pacientes de la influenza H1N1. Por cierto que, en esa fecha, ocurrió la “coincidencia” de que la Organización Mundial de la Salud, como si se hubiera hecho eco de las protestas de los productores de carne de cerdo mexicanos y norteamericanos, que se quejaban de estar perdiendo muchos millones de dólares porque la gente había dejado de comprar carne de cochino, cambió el nombre del agente patógeno a “virus de la influenza humana A, H1N1”. ¿Les parecieron equivalentes los adjetivos “porcina” y “humana”?
Luego sobrevino la aplicación de una serie de medidas, como el cierre de escuelas, distribución de mascarillas “protectoras”, instrucciones para no contagiar ni ser contagiado, y la prohibición de la reunión de personas en grandes números—lo que no impidió algunas marchas de protesta programadas para el 1ro de mayo pero, gracias sean dadas a dios y a la derogación de facto de las Leyes de Reforma, la TV facilitó sus ondas para la trasmisión de misas.
La influenza porcina como su nombre lo indica afecta a los puercos (los Sus domestica no los Homo sapiens cochinos); la gente se contagia cuando de uno u otro modo entra en contacto con seres infectados, aunque el contacto no es necesario pues el virus se propaga en el aerosol que forman la tos o los estornudos de los animales infectados (cuadrúpedos o bípedos) o permanece en los objetos tocados por un enfermo. Un ser humano infectado puede contagiar a otro y también a un cerdo sano, hecho curioso que ya ocurrió en Austria—y detalle que se le ha pasado mencionar a la OMS.
Cómo según los medios de difusión norteamericanos (a fin de cuentas no muy distintos de los nacionales) en sus repetitivos noticiarios insistieron en que el brote se había iniciado en México, y que el único factor común que había en los casos observados en otros países era que los enfermos habían estado en México, pronto se comenzó a hablar de la Mexican swine flu [influenza mexicana de origen porcino], lo que avivó el creciente antimexicanismo en EUA, primero por lo que llaman la “invasión” de indocumentados y ahora por ser posibles portadores del virus.
El 1ro de mayo las autoridades sanitarias dieron una conferencia de prensa en la que, con su habitual marrullería hicieron como que contestaban las preguntas de los reporteros pero lo único que se logró saber es que las Granjas Carroll, de propiedad norteamericana, nada habían tenido que ver con el brote de la influenza al tiempo que nos informaron de que la empresa sospechosa en realidad es digna de encomio porque siembra arbolitos en zonas desforestadas, lo cual coincidió con declaraciones previas del gobernador de Veracruz, en el sentido de que las quejas expresadas por los vecinos, de que las hediondas aguas de la laguna de oxidación al aire libre de las granjas emponzoñan los mantos freáticos y el aire que respiran, eran infundadas pues la transnacional cumple con todas las normas sanitarias y ecológicas. En algún otro momento el gobernador de dicho estado dijo que para él el mejor protector era su pañuelo, comentario peligroso que amerita hablar del tamaño del virus, cuyo diámetro es de unos 90 nanometros (un nanometro es la milmillonésima parte de un metro). Peligrosa declaración porque puede dar lugar a que los no informados se pongan un simple trapo en la boca y se sientan protegidos. Si el grueso de un cabello humano es de alrededor de 100,000 nanometros, el tejido de un pañuelo o el de los cubrebocas azules de a tostón y ahora de hasta 30 pesos, o más (ya me perdí), serían con respecto al virus H1N1 lo mismo que para una hormiga una malla de gallinero.
Para el momento en que esto escribo las autoridades mexicanas de salud hablan de que los números de la epidemia se han estabilizado, y han dejado de informar de casos nuevos a la OMS. A partir del próximo 6 de mayo se reanudarán las actividades en las escuelas de enseñanza media y en las universidades; y el próximo lunes en las primarias y preprimarias. ¿No es maravilloso que las autoridades multicitadas hayan sido tan acertadas en suspender actividades al aire libre exactamente durante el tiempo que duró la emergencia? Ojalá no sea la mía una felicitación de mal agüero.
En Estados Unidos todos los años caen víctimas de la “influenza estacional” 200,000 personas, 36,000 de las cuales van a dar a la tumba. Según la OMS, todos los años se registran de tres a cinco millones de casos graves de influenza, de los cuales más de 250,000 son mortales. De lo que sin querer se viene uno a enterar. Aunque yo ya me lo temía: el mundo es un lugar peligroso para vivir.
Para México el marcador parece haberse detenido en 2,955 casos probables, 806 comprobados y 29 fatalidades. Para el resto del mundo se han registrado hasta el momento 1,160 casos probables, 823 confirmados en el laboratorio y 2 muertes, ambas en Texas, EUA; y en Guatemala y en El Salvador sendos casos hace apenas unas horas.

1 comentario:

NM dijo...

Buena entrada! Muy bien escrita y muy interesante! Es sorprendente como el dinero y la falta de ética lo controlan todo!


Ah, y no lo digo por la amenaza del diablo en los calconzillos porque yo llevo bragas! jajajaja